La ciencia estudia el subsuelo del río Tinto

El Centro de Astrobiología inicia la segunda fase de sus investigaciones en este entorno El objetivo es la futura búsqueda de vida subterránea en Marte

Los investigadores que se han desplazado hasta la cuenca del Tinto supervisan una de las sondas que utilizarán.
Los investigadores que se han desplazado hasta la cuenca del Tinto supervisan una de las sondas que utilizarán.
Juan A. Hipólito Nerva

12 de julio 2013 - 05:01

Un equipo de ingenieros y científicos del Centro de Astrobiología se encuentra instalando sondas en el subsuelo de Río Tinto, muy cerca del nacimiento del río Tinto en Peña de Hierro, en el término municipal de Nerva, con la intención de desarrollar la tecnología suficiente para estudiar la actividad metabólica de los seres extremófilos encontrados en prospecciones anteriores y facilitar posteriores estudios que puedan llevarse a cabo en su análogo marciano.

El jefe del Departamento de Instrumentación del Centro de Astrobiología, CAB, José Antonio Rodríguez y el investigador, Felipe Gómez, presentados por el jefe de la Unidad de Cultura Científica, Luis Cuesta, fueron las personas encargadas de dar a conocer los trabajos en el acto de presentación celebrado en el Museo Minero de Riotinto, dependiente de la Fundación que lleva su nombre.

Se trata del arranque de la segunda fase del proyecto Iberian Pyritic Belt Subsurface Life Detection (Ipbsl) que el Centro de Astrobiología puso en marcha a comienzos de 2011 y cuya primera fase, consistente en la perforación del subsuelo hasta alcanzar los 600 metros, se llevó a cabo hace dos años con excelentes resultados para la caracterización de la zona.

Ahora ha llegado el momento de colocar los sensores que permitirán, a los científicos, monitorizar en tiempo real todos los parámetros geomicrobiológicos (pH, Eh, conductividad, temperatura y concentración de gases e iones), a lo largo del pozo y su transmisión por control remoto para analizar la evolución de los mismos, así como las actividades microbianas asociadas. "Pondremos del orden de 15 a 30 nodos de unos 30 centímetros de longitud por 6 de diámetro, unidos por un bus de comunicación a modo de rosario a distinta profundidad, para realizar diferentes medidas", aclaró Rodríguez.

Los científicos esperan que, a la vuelta de un año, esta nueva fase del proyecto haya servido para desarrollar una nueva tecnología que permita monitorizar, de forma constante y autónoma, con la menor alteración posible, un entorno tan hostil como el del río Tinto y la vida extremófila que habita en sus entrañas. "Este es el reto y será muy útil para desarrollar una futura tecnología que permita estudiar el subsuelo de Marte y la vida que pudiera existir en el planeta rojo", aseguran.

La geomicrobiología del subsuelo terrestre es un tema importante por dos motivos fundamentales: desde un punto de vista global, su objetivo es determinar si la vida puede prosperar en ausencia de radiación solar, y desde un punto de vista astrobiológico, es un modelo interesante para estudiar la vida primitiva en la Tierra, así como la que podría ocurrir en otros cuerpos planetarios, como Marte.

Río Tinto se halla en el corazón de la Faja Pirítica Ibérica, uno de los mayores depósitos de minerales sulfurosos del mundo. Hoy en día se sabe que las características extremas del río Tinto no se deben al drenaje ácido resultante de la actividad minera, sino a los microorganismos quimiolitotróficos que viven en las altas concentraciones de sulfuros metálicos de la zona. Se trata de un ambiente extremo inusual debido a su gran extensión, a un pH ácido constante (2,3 de media), a una elevada concentración de metales pesados y a un alto nivel de diversidad microbiana, principalmente eucariota.

El proyecto Ipbsl tiene por objetivo caracterizar, a grandes profundidades, los ecosistemas presentes. Se pretende explorar la hipótesis de que un reactor subterráneo continuo de microorganismos quimiolitotóficos, que prosperan en los minerales sulfurosos de la zona, es el responsable de las condiciones extremas que se encuentran en el río, con la presencia de ácido sulfúrico e ión férrico que le dan su singular coloración rojiza.

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